Marginalia. Novela desconocida - Contracultura - Literatura Marginal.
Marginalia
     
 

Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos
de
FEDERICO GONZALEZ FRIAS

(Avances)

HEFESTO

Hijo de Zeus y Hera, aunque igualmente se pretende que la diosa lo concibió sola. Es famoso por su cojera y por dominar el fuego con el que funde y moldea los metales.

Lanzado por Zeus fuera del Olimpo cayó al mar donde lo criaron las diosas del Océano (Oceánidas).

En la Gigantomaquia mata a Clitio con una porra incendiada. Siempre se lo asocia al fuego y al poder de éste; forja el escudo y las armas de Aquiles.

Los éxitos amorosos del deforme son remarcables y Hesíodo lo hace esposo de una de las Gracias (Cárites): A Aglaya, Hefesto, el muy ilustre patizambo, siendo la más joven de las Gracias, la hizo su floreciente esposa. (Teogonía, 945). Incluso es esposo de Afrodita que le había sido dada por Zeus, pese a que ésta pronto se unió con Ares, aunque fueron descubiertos en el lecho por todos los dioses, y el comentario de Hermes provoca la risa de los demás. Recordar asimismo que durante la guerra de Troya "el patizambo" Hefesto desató un fuego espantoso (Ilíada, canto XXI, 330-385) que ordenó Hera, su madre.

Es importante igualmente señalar que fue él el que moldeó en barro (con Atenea) a Pandora.

Como deidad vinculada con el fuego (que robó Prometeo para devolverlo a los hombres), no parece haber mayor analogía entre este dios y el Agni de la Tradición Hindú, en cuanto fuere Hefesto el hálito vital.

La fundición de metales, especialmente el bronce, prefigura también a la Edad de Hierro en la que envejece –y agoniza– el mundo que hemos conocido. (→ Vulcano).

Se le adjudica incluso la creación del hombre.

Hefesto de ánimo bronco, vigoroso, incansable fuego que brilla con ígneos resplandores, deidad que trae la luz para los mortales y la genera, de manos poderosas, eterno artesano. Obrero, porción cósmica, elemento irreprochable, voraz, que todo lo doma, el más alto de todos, que todo lo recorre; firmamento, sol, estrellas, luna, luz pura. Porque todos éstos son miembros de Hefesto que se manifiestan a los mortales; toda casa, toda ciudad y los pueblos todos son tuyos, y los cuerpos de los mortales ocupas, muy dichoso y poderoso. Escúchame, pues, bienaventurado, te invoco a la piadosa libación, para que siempre acudas amable a nuestros alegres trabajos; extingue la rabiosa locura del fuego incansable, manteniendo la llama de la naturaleza en nuestros cuerpos. (Himnos Órficos, LXVI, a Hefesto).

 

VULCANO

El volcán es una experiencia diaria que viven las personas cercanas a su potencia, a veces dormida, otras en ebullición. Esto último con mucha suerte, porque cuando se desatan los retenes que lo contienen, el fuego y la lava que éste produce son capaces de cercenar ciudades enteras –como fue el caso de Pompeya– o provocar temblores igualmente destructivos. Es por lo tanto la potencia pasiva de la tierra la que se despierta y nos da la idea de lo que es este dios.

Hefestos es el dios griego equivalente al romano Vulcano del que este último hereda los atributos. Efectivamente el dios (cojo) es el primero en utilizar la fragua con la cual manipular los metales para distintos usos, el primero la guerra. Aunque tanto espadas como escudos están fabricados de bronce como la Ilíada nos lo recuerda en varias ocasiones. Esta inocente connotación es fundamental ya que Hefesto no es sólo el primer herrero, sino que marca una época decisiva en la historia de la humanidad, o sea de los ciclos que se suceden en el universo. Y esto lo efectúa de dos maneras, la primera como ya dijimos, en tanto que domador de la energía potentísima del fuego y en segundo lugar la de la factura del bronce. Ambas apuntan hacia hechos cíclicos, cuya significación está dada por el endurecimiento de las piedras de las montañas mediante la fuerza radiante del elemento ígneo y que es un síntoma claro de la rigidez que irán adquiriendo los tiempos modernos, al punto de que al día de hoy, esta solidificación, equivalente a la inflexibilidad de los huesos en el ser humano, síntoma claro de la vejez y oscuro preámbulo a la muerte, nos da la certidumbre de que estamos en la era que pensábamos hace muy poco tiempo como futura.

En estas épocas como llevamos dicho encarnaba la solidificación el metal de bronce, que era extraído de la montaña lo que signaba un período cíclico –tanto en Grecia como en Roma (también Virgilio en su Eneida destaca igualmente al bronce como el metal con que trabajaba Vulcano)– dentro del proceso de anquilosamiento que se produce no sólo en el hombre, sino también en el universo y que es claro de advertir en el mundo actual, que ya trabaja además de dicho metal, también el hierro lo que se efectúa con mayor facilidad, siendo que estos metales están vinculados uno con la Edad de Bronce, el otro, con la de Hierro. De hierro son hoy las estructuras de los edificios de las grandes ciudades, ya que el acero no es sino una forma de lo ferroso y su uso diario es aplicado no sólo en edificaciones sino en las más potentes armas destructivas que han estado nunca en poder de la raza humana.

Pero es Prometeo quien rescata el fuego para los hombres y les otorga de ese modo por un lado la posibilidad de la vida (luz, calor, hogar y cocina ¿para qué no servirá el fuego?), y por otro, también a través de la fundición de los metales y sus aleaciones como estamos viendo, la autodestrucción de la humanidad. (→ Prometeo).

 

PROMETEO (gr.)

Hijo del Titán Jápeto, como Zeus lo es de su hermano Crono, por lo tanto, su primo. El nombre de su madre difiere, aunque parece ser una Oceánide. Lo mismo acontece con el de su esposa, si bien se mencionan los nombres de sus hijos, Lico y Deucalión entre otros.

Es el modelo del héroe cultural y se lo tiene como creador del hombre. Robó el fuego de la hoguera de Hefesto (o del carro de Helios) para devolvérselo a los seres humanos. Fue castigado por Zeus atándolo al monte Cáucaso. Cada día venía un águila a comerse un trozo de su hígado. Según Apolodoro (Biblioteca I, 1) fue salvado de esta tortura por Heracles. Pero también por ello Zeus castigó a la humanidad creando a una bellísima mujer, Pandora, munida de un recipiente que destapó y de donde se generaron toda clase de males ya que:antes vivían en la tierra las tribus y los individuos, libres, exentos de fatiga y penosas enfermedades que acarrean la muerte… (Hesíodo, Los Trabajos y los Días, Proemio, 90).

Por otra parte la idea de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, como dice el Génesis, también la encontramos en la doctrina griega de la creación. (→ Hefesto).

Cuando el joven, del alto éter, diversas tierras y gérmenes del afín cielo, abrigó en sí, lo mezcló Prometeo con corriente y agua y lo formó a imagen del dios todopoderoso. (Ovidio, Metamorfosis, cap. I, 82 y sig.).

Logos, Palabra, Sonido (y otras)
(en web FGF)

Misterio, Secreto, Silencio
(en revista El Arka)

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